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Río Segura; 14 años después

MensajePublicado:18 Jul 2015, 00:30
por Mariano Vicente
El Río Segura catorce años después. Fuente Segura-Yeste

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Cuando uno revive recuerdos; o esta mayor o siente nostalgia. Y en esa tesitura estaba yo, rodeado de los amigos después de una salida en bici. Bajo las calendas de julio, y varias jarras de cerveza ya vacías, recordaba como hace catorce años, en pleno mes de enero y bajo una fuerte nevada, charlaba con Pepe "el pastor" en Pontones, sobre la mejor ruta para encarar mi descenso del Segura.

-Si sigue nevando, ni se te ocurra, te vas por carretera; si llueve sales en dirección a Santiago y en el alto tomas la colada de la Toba, el camino es bueno y no tendrá barro-.

Me dijo, como hombre curtido en esas trochas y buen conocedor del lugar. Llovió toda la noche y todo el día siguiente. Emprendí la ruta tal y como me aconsejaron, bajo una lluvia constante e implacable y un frío que penetraba hasta los huesos, llegue ese día a Yeste, empapado y exhausto.

-Podemos hacer el Río Segura, ahora hace calor, con esterilla y saco de dormir; pernoctar junto al río-.

Los compañeros me escuchaban con la mirada perdida, saltando de una a otra de las nuevas jarras heladas, con la espuma desbordándose en una promesa de frescor.

-Y hay que dormir en el campo, no puede ser en lugares más civilizados- Preguntó Matías.

Empezamos a bromear sobre las cervezas frías o la posibilidad de ser violados por alguna sádica ninfa de las que pueblan el río, y entre bromas y veras se fue definiendo lo que sería nuestra próxima aventura; recorrer el río Segura, desde su nacimiento hasta Guardamar, haciendo noche en Yeste y Calasparra. Comenzaríamos el lunes, 6 de julio, a pesar de la ola de calor que estábamos soportando y que superaba los 45º. Bien; el lunes, solo quedan tres días para prepararlo todo.

Lunes, 6 de julio, son las 12 de la mañana, Fuente Segura mana laxa, con un rumor apagado, nada que ver con la fuerza y el bramar de la vez anterior. Hace calor, aunque soportable. Y como hace catorce años comenzamos la subida en dirección a Santiago de la Espada para tomar la pista que nos dejará en la Toba. La carretera se muestra listada por la sombra de los olmos en estas horas de la mañana.

El Segura es apenas perceptible; allá abajo, junto al Madera, empequeñecido por el impresionante paisaje que se extiende a nuestros pies. Plenitud de calizas y luz que empequeñecen. Revientacaballos nos deja a los pies de la Toba donde ya no existe el bar Parra lugar en el que el viajero calentó su cuerpo y entono su espíritu catorce años atrás "...junto a la chimenea caliento mi cuerpo y seco mis ropas mientras tomo unos vinos con “los Melgos” de Segura de la Sierra. El viajero tiene que hacer un gran esfuerzo de voluntad para continuar, por el día tan desapacible y por que el vino con este frío entra muy bien...", acudimos a otro, pero no es lo mismo. Espera interminable. Solo chorizo y morcillas; a los postres un plato de gazpacho, menos mal que las cervezas estaban frías.

Frescas fuentes alivian la sed, la ultima la de los Cuatro Caños, después nada; solo las chicharras, que densan el aire con su canto. El sol intenta fundir el asfalto, hasta los gorriones han desparecido, no se ve un alma, todo está caliente, sofocado. En Parolis y La Donar, que hasta tiene camping, todo está desierto, sesteante. Cerrados bares y chiringuitos. Llena nuestra sed.

Iniciamos la subida, el 6% marca la señal y más de 48º el termómetro. Dejamos el río a nuestra espalda y cualquier rastro de humedad. Los botes vacíos, solo logramos extraer alguna gota que cae abrasando la lengua, que inflamada se pega al paladar, a los dientes; apenas puedo respirar, menos aún articular palabra. Pasan los kilómetros, lentos, parsimoniosos, inacabables, en constante subida. Que diferente a la última vez "...llueve, llueve como parece que no lo ha hecho nunca, el agua en los regueros que cruzan la carretera cubre las llantas. Ha llovido durante todo el día, ni un solo minuto sin esta desagradable compañera, y ahora al final de la jornada quiere asegurarse que al viajero no le queda nada seco...".

Alrededor del castillo se arremolina el pueblo, blanco y pardo. La tarde bosteza en esa hora que los murciélagos sustituyen a las golondrinas. Un parque y un chiringuito; nubes de vapor planean sobre nuestras cabezas para posarse sobre nuestros brazos produciendo un escalofrío. Cerveza con limón, mucha cerveza con limón. Ha acabado nuestra excursión por las puertas del infierno.

En la ducha, me recorre el cuerpo un escalofrío. Tembloroso abro un poco el agua caliente. Mejor, pero los escalofríos me acompañaran, durante la cena y a lo largo de la noche. En la cama, profundas sudadas son sustituidas por rápidos escalofríos, pero logro dormir razonablemente bien, descanso incluso y a la mañana me encuentro en buena forma.

Yeste, 6 de julio de 2015

algunas fotos...: https://picasaweb.goo ... Segura2015

catorce años antes... : http://www.bicimu ... tapa_1.htm

El Río Segura catorce años después. Segunda jornada Yeste-Ca

MensajePublicado:19 Jul 2015, 01:13
por Mariano Vicente
El Río Segura catorce años después. Segunda jornada Yeste-Calasparra

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Se destiñe el negro de la noche agrisando la atmósfera por levante. Durante el desayuno contemplamos el encierro pamplonica; 37 años ya que no corro ninguno, decididamente me estoy haciendo mayor. El negro asfalto nos engulle, porcentajes del 10% nos sitúan en el puente de La Vicaría sobre el embalse de la Fuensanta. Las Casas; mínimo caserío con fuente, restaurante y lavadero. Agosta el cereal rubio y brillante, partido en dos por la línea gris de la carretera.

Letur aparece tras un altozano, buen sitio para almorzar. Más el calor y Letur empeñado en que no lo abandonemos sin sufrimiento. Socovos nos recibe con los brazos abiertos, tanto que no querrá dejarnos marchar. Más calor. El grupo; sofocado, se parte. La mitad ira por carretera hasta Calasparra; la otra, seguirá el camino previsto por el pantano del Cenajo.

Se desliza la carretera entre adelfas en flor; blancas, rojizas, róseas, amarillentas. En el Cañar; un camping y en su interior un bar, y en el bar aire acondicionado. Cerveza, jamón, queso... En una mesa contigua unas señoras, que lo son, además, de unos compañeros de "La Cabra", el mundo es un pañuelo.

Las nubes; huidas. El cielo como de plomo. Voló de pronto una perdiz aleteando un aire denso, caliente, que dolía respirarlo. Unas abejas se posan sobre unas matas. Reverbera el adobe del pardo cortijo del Almirez. Seguimos. Descansamos bajo un enorme pino. Los párpados como de sueño, el horizonte de un azul pesado, metálico. Continuamos con esfuerzo, sudor que empapa el camino roto. Una alambrada acota el camino y nuestra libertad en una tierra parda. Otra, que saltamos. Corren asustadas las perdices entre olivos grises. Una carretera nos devuelve a la civilización, a la presa, al hotel Cenajo, al aire acondicionado, al granizado de limón.

A los pies de la presa, la orilla nos devuelve el verde fresco y el volar de los pájaros, la humedad del río y un pedalear calmo, casi contemplativo, encajonado entre altos farallones dorados por el atardecer. No podemos seguir, solo se puede cruzar el río con el caudal ecológico del invierno. No queda más remedio que abandonar el ribazo y trepar la sierra de Cubillas. Se nos presentan dos opciones, bajar un poco más adelante, de nuevo al río, cruzar por un pequeño puente y seguir por la margen izquierda hasta las Minas; o bien dejarnos caer barranco abajo, por la cañada de Mobarque hasta Salmerón. Optamos por esta última.

Muchos kilómetros y demasiadas horas ya bajo este calor africano. Alivio, cuando al camino lo convierten en túnel los álamos blancos. Tijeretean las golondrinas entre las altas copas de los chopos que pueblan la orilla, en formación casi militar, en esta margen derecha del Segura. Antonio, nuestro E-Máximo, cambia la batería de su Epic transformada al albur de los tiempos. La raya del ocaso colorea violáceos las crestas de los montes. Pinchamos y para colmo la rueda trasera; la del motor. Antonio se niega a reparar. Daremos aire cada pocos kilómetros, esperando que haga efecto el líquido sellador.

La estación de Calasparra aparece entre dos luces; blanquean junto al río los arrozales y los murciélagos anuncian las estrellas, que tímidas, comienzan a pintar el cielo. Ya de noche buscamos el amparo del camping. El bocadillo bajo la Osa Mayor sabe a gloría.

Camping de Los Viveros, Calasparra, 7 de julio de 2015

Re: Río Segura; 14 años después

MensajePublicado:20 Jul 2015, 16:21
por Mariano Vicente
En el camping del Cañar; encontramos a las señoras de algunos miembros de La Cabra, pero por desgracia estoy ya mayor y no recuerdo su nombre o cuáles eran sus maridos. Perdonarme, pero mi cabeza ya no es la que era, no sé si la toma en exceso de cerveza tendrá algo que ver, pero la verdad es que no lo recuerdo. Quien es el interfecto?

El Río Segura catorce años después. Tercera jornada Calaspar

MensajePublicado:20 Jul 2015, 16:24
por Mariano Vicente
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El Río Segura catorce años después. Tercera jornada Calasparra-Murcia

Las persianas, levantadas, dejaban ver clarear la noche por las ventanas. Ayer, Jesús enfermó. Él y Matías decidieron abandonar y por la noche se fueron a casa. Nos quedamos Antonio y yo. Al levantarnos descubrimos la rueda vacía, el sellante no ha hecho su trabajo, Antonio prefiere ir a un taller a reparar. Entre reparación y desayuno nos dan las diez, comenzamos a pedalear con el sol ya alto. La sierra del Molino y el embalse de Alfonso XIII nos esperan.

La sierra del Molino, listada como sandía, se pinta de color calabaza en estas horas de la mañana. La pista; de grava, se muestra hostil a mis ruedas lisas. Espejea al fondo el pantano siempre vigilado por la mole gris del Almorchón. Más calor, El agua helada de los botes es ya sopa ardiente en el pantano.

Cieza nos espera; albaricoques y melocotones se doran al sol. Buscamos la sombra de las cañas, cabellera (autóctona) que ahoga a nuestro compañero. De pronto un chiringuito; las gente va y viene, del río al bar, bebe y se baña, pero no se refresca, el calor no lo permite, ha convertido la orilla en una sauna. Tres días; tres ya, pedaleando con temperaturas que superan los 45º. Paciencia.

El río constriñe la villa, aquella a la que "dieron la muerte por pasar la puente" y a la que él devuelve la vida. El camino se ciñe a la orilla del río blanco bajo la musulmana Siyasa; casi desaparece en el paraje del Menjú, antigua fábrica de luz, soto fluvial e importante bosque de ribera. Abarán y un chiringuito junto al río, que aprovechamos. Seguir, siempre seguir, el ánimo derretido, las ganas; dejadas atrás, a la sobra. Azudes, melocotoneros, fábricas de luz, granados, acequias, limoneros.

Del vocablo Insolar dice el diccionario:
1º -Poner al sol hierbas, plantas, etc., para facilitar su fermentación o secarlas.
2º -Enfermar por demasiado ardor del sol o por excesiva exposición a él.
Eso somos nosotros, miserables yerbajos macerándose al sol, en esta estrecha y soleada senda de los moriscos, tan blanca que duele mirarla. Ni una sombra, ni siquiera el verde de los limoneros nos conforta.

Blanca está a tres tiros de piedra, pero no llegamos. Vemos las ruinas pardas de su castillo, pero no llegamos. Parecen estar siempre en el mismo lugar, etéreas, flotantes, inalcanzables. El caserío se arremolina, monte arriba, al otro lado del río. Una heladería, el frescor del aire acondicionado y un granizado de limón, nos salvan.

La carretera recorre el valle morisco serpenteando junto a segura; valle de las cinco villas, que recorremos una tras otra sin entrar en todas. En Villanueva la dejamos; precioso sendero de maderos orlado; entre el río y la acequia; tunelado por las hojas lacias de las cañas. Archena y sus baños, y sus azudes, y su fábrica de luz, y una fuente.

Meandros que enloquecen. Lorquí; aquí y allá, aun lado y al otro. Tapizado el margen por la caña cortada. Limoneros, naranjos. Furgonetas veloces, polvorientas; conductores irascibles. La Huerta de Abajo, bosques de ribera. Alguazas, puentes rojos. La Ermita, un bar y en él Matías, ha venido a vernos, a tomarse un litro con nosotros.

La tarde esta crecida; por poniente la lejanía se torna violeta; oscurece el carril bici. La Contraparada; el Javalí; mi Javalí. Patines y bicicletas, paseantes y perros. La torre de la catedral dorada y única, el Cuartel, la Estación. He terminado. Trescientos kilómetros de sudor y polvo, sofocantes y agotadores, pero también de amigos, de bicicleta, del río que nos da la vida.

Murcia, 8 de julio de 2015

El Río Segura catorce años después. A modo de resumen

MensajePublicado:27 Jul 2015, 13:00
por Mariano Vicente
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El recorrido realizado; totalmente ciclable, ha sido duro, muy duro, no por el perfil o el terreno, sino por el calor. Hemos soportado temperaturas superiores a los 48º y que ya desde primeras horas se dejaba notar. Solo tuvimos problemas con el agua en un par de ocasiones, principalmente por ser lunes y estar casi todo cerrado. La primera, una vez pasada la fuente de los Cuatro Caños, dos o tres sitios que encontramos estaban cerrados. Hubiera sido sencillo desviarnos hasta La Graya, pero no lo hicimos. La segunda en Salmerón, todo cerrado, en una casa particular preguntamos por el bar y al estar cerrado o no haber, no estoy seguro, nos ofrecieron agua.

Hemos circulado tanto por asfalto como por caminos de tierra, estos últimos en general en buen estado, con algún tramo roto pasado el cortijo del Almired. También en esta zona una finca ha desviado el camino a su alrededor, junto a una valla y la siguiente creo que el Cortijo del Rincón Grande, lo ha cortado directamente, con un caballón de tierra y a continuación una pequeña valla. Labrado y transformado en una moderna plantación de olivos, no sabemos cuál puede ser la mejor alternativa. El resto del recorrido no ofrece dificultad alguna, ni de piso ni de orientación.

A la altura del Hondón, -Pasado el embalse del Cenajo- hay que abandonar la margen derecha del río Segura y subir al collado entre las sierras de Cubillas y de Pajares. Se nos presentan dos opciones; una avanzar hacia la sierra de Pajares y bajar de nuevo al río, para cruzarlo por un pequeño puente de cemento hacia El Maeso y las Minas. Otra bajar hacia Salmerón por la Cañada de Mobarque. Solo en invierno, cuando el río baja con el caudal ecológico se puede cruzar por un vado, en el azud del que parten las acequias del Maeso y Minas.

Pasado Calasparra podemos tomar la margen izquierda hacia Cieza o subir, como hicimos nosotros, por la solana de la Sierra del Molino y el pantano de Alfonso XIII.

A lo largo del recorrido existen multitud de establecimientos de hostelería, tanto en las poblaciones por la que pasamos, como en otros lugares del camino. Por lo que no hallaremos grandes dificultades para comer, avituallarnos o dormir si nos apetece. Nosotros pernoctamos en Yeste, Calasparra y Murcia.

Antonio ha realizado el recorrido con una bici eléctrica. Ha transformado su specialized epic a eléctrica, ha sustituido su rueda trasera por otra con motor. Un par de baterías aseguran una autonomía suficiente para el recorrido diario. En realidad con una ha resultado suficiente para la jornada. El contratiempo más importante; un pinchazo.

Algunos datos:

Integrantes:

Matías Martín Gil
Antonio Máximo
Jesús Torrecillas
Mariano Vicente

Kilómetros totales: 286
Desnivel+: 4.686 metros
Desnivel-: 6.051 metros
Media: 13 Km/h.
Altura máxima: 1.608 metros
Altura mínima: 44 metros

Yeste:
Hotel Yeste 967 431 184 (Yeste)
Calasparra:
Camping Los Viveros (Piscina) 968 73 58 89/ 657 94 17 50 (Calasparra)
El Cañar:
Poyo del Cañar –Socovos (Albacete)
902 006 389 / 292 551 257