Amanece el 19, y al asomarnos por la ventana descubrimos que el aguacero cae de forma persistente. No es un chispeo, cae agua, pero tampoco la suficiente para doblegar nuestra misión.
Y esta importante misión no es otra que hacer el kilómetro que nos separa del desayuno en La Casa del Cordero. Nos pertrechamos con todo tipo de ropa técnica, materiales especializados contra la humedad, el último chillido de la ciencia al servicio del deportista de élite.
La previsión meteorológica es de chubascos durante toda la mañana en Pontones, abriéndose el cielo por la tarde en Yeste. Aplicamos todo lo aprendido en ediciones anteriores y sacamos la artillería pesada: el gorro de ducha
Si vamos a hacer kilómetros bajo la lluvia, nuestros cuerpos empapados y ateridos por el frío, lo que está en nuestra mano es que no nos pille con el estómago vacío. En la nuestra y en la de Miguel, el dueño de La Casa del Cordero, local que recomendamos encarecidamente para reponer fuerzas a cualquier hora del dia.
Salimos en dirección a la entrada del pueblo por la A-317 y al remontar el primer repecho encontramos abundante cartelería pues hemos alcanzado el paso del GR 7.
Este camino, que discurre entre Andorra y Tarifa(Cádiz) y que continúa con la nomenclatura europea E4 hasta la mismísima Atenas, viene desde el corazón de la Sierra de Cazorla, alcanza el nacimiento del Segura, y le acompaña hasta su encuentro con el modesto afluente de éste, el Zumeta, para continuar en dirección a Santiago de la Espada.
Pero es que, además, este pequeño tramo coincide con otro enorme recorrido señalizado, el GR 247 Sendero de los Bosques del Sur, ruta circular que recorre absolutamente todos los parajes de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas
Dejamos la carretera en el siguiente cruce para llegar hasta el mismísimo nacimiento del río Segura, que serán los únicos tres kilómetros que haremos "río arriba" en toda la ruta.
Sea porque dimos pena a lo que sea, llámalo Dios, llámalo Energía, el caso es que cuando llegamos al nacimiento de nuestro insigne río, que se hallaba seco como el ojo de un tuerto, las nubes se fueron abriendo, se despejó el día y cesó la lluvia.
El río Segura, para los murcianos, forma parte del paisaje. Nos pasamos la vida cruzándolo, cuando vamos de aquí para allá, siempre tan tranquilo y apocado, hasta que un día entendemos que no es mucho de fiar y se le cruzan los cables y arrasa con todo, cosa que no te acabas de creer hasta que lo ves con tus propios ojos.
Los romanos lo llamaron Thader (palmera) y los árabes War-Alabiat (río blanco). Nace en Jaén, y transcurre por otras tres provincias: Albacete, Murcia y Alicante antes de desembocar al Mediterráneo en Guardamar, a unos 325 kilómetros de donde nos encontramos esta mañana de invierno.
Dejamos el transcurrir del río en Pontón Bajo, pues el itinerario del GR 7 discurre hacia Huelga Utrera por un sendero que no es apto para nuestras monturas con alforjas. Por esto, iniciamos el ascenso por la A-317 que continuaremos hasta el cruce de La Toba, dejando atrás el de Poyotello.
A partir de aquí, haremos en bajada el puerto de "despiernacaballos" que nos conduce desde los 1600 m de altitud hasta los menos de 1000 a los que está La Toba, en unos 10 km, con unas vistas espectaculares. Fantásticas. Inigualables.
La Toba
Desde La Toba seguimos el descenso por la JF-7038 siguiendo el embalse de Anchuricas, que está engañosamente a tope de agua, ojalá el resto de embalses estuvieran hasta arriba como éste.
Tomamos unas barritas y dulce de membrillo que el gran Virutas repartió entre los viajeros en el puente de Las Juntas, donde el Zumeta se une al Segura. Aquí se debate sobre si comeremos en el camino o si llegamos del tirón a Yeste, sin saber que todas nuestras previsiones se las llevará el viento, como suele suceder en estos casos.
Seguimos adelante con un tiempo estupendo, se ha quedado una tarde con temperaturas de hasta 17 grados, y como la ruta es casi siempre en descenso (por eso llega el agua a Murcia, según explicación del Ñapas) nos dedicamos a buscar dónde hacer lo segundo que más nos gusta despues de pedalear: comer.
Pronto nos damos cuenta de que en estos parajes, en esta época del año, los pocos establecimientos que están abiertos no están dispuestos a dar de comer a nueve búfalos envueltos en plástico, sin que haya reserva o aviso previo. Así que nos dieron calabazas en los dos sitios que teníamos marcados sin saber que nos estaban haciendo, sin saberlo, un enorme favor.
Brasería La Donal, donde no nos dieron cobijo, por suerte
Por fin, nos salimos de la J-9013 por una pista que lleva al area recreativa de El Portillo, a unos cinco km del final de la etapa pisamos tierra por primera vez en todo el dia. Despues de una curva aparece Yeste en lo alto, con unos nubarrones muy negros por encima.
La última subida hasta Yeste se nos empalaga un poco. Llevamos casi 80 km hechos con las tostadas de La Casa del Cordero... y las fuerzas están ya flaqueando. El hotel Yeste es para nosotros como una segunda casa, y Pepe nos recibe como cada año con el calor y la sencillez a la que estamos ya acostumbrados.
Este año bromea con que hemos llegado por nuestros medios, y no ha tenido que salir a rescatarnos... pero lo cierto es que a los minutos de meter las bicis en su almacén comienza a llover. Salvados por el NO de la brasería!
El pueblo entero se vuelca con nuestra llegada. El Castillo de Yeste nos abre sus puertas y nos hace firmar en el Libro de Oro de la Ciudad, y se nos entrega la insignia de Caballeros de la Orden de Santiago, que el amigo Pepe ya tenía de cuna.
Foto de la firma en el Libro de Oro de la Ciudad de Yeste
Tras una estupenda cena en el restaurante del hotel Yeste, donde degustamos el Potaje Bochero y otros manjares vegetarianos propios de la zona, nos fuimos a dormir pensando en los 90 km del dia siguiente, que nos llevarían hasta Calasparra, ya en tierras murcianas
Seguiremos contando