JUEVES 21; AGUAMARGA-SORBAS-ULEILA DEL CAMPO.
Tras una cena “suave” según Ñapas (2 Huevos fritos, Papas a lo pobre, Salmorejo o Gazpacho, con platos de jamón), encaminamos nuestro cuerpos cansados (al menos el mío si lo estaba, porque el día de antes me obligó a dormir apenas 2 horas para poder terminar los plazos que tenía y poder venirme a esta aventura), hacia las habitaciones del Hotel, Las parejas de hecho, las conforman, Pakito-Ñapas, Chicho-Zankas y Pepegar-Shylock), parejas que se mantendrían hasta el final de la aventura.
Reunión previa en la habitación de Chicho-Zankas para hacer los últimos ajustes de GPS, tracks, rutómetros e <tutti quanta>.
5:45 AM, suena el despertador del móvil, apenas hemos podido morderle 5 horas a Morfeo, entre sudores calores y aparatos de aire acondicionado, que teníamos a medio gas. A las 06:10, nos dirigimos al Bar, para meternos entre pecho y espalda, cafelitos, zumos de naranja, y unas tostadas de pan con aceite tomate, cubiertas por una gruesa lámina de chullas de jamón, por recomendación de Pakito.
06:45 AM Después de un desayuno principesco, a más de uno el café y el zumo, nos desata las luchas intestinales propias de esas horas, y tenemos que sprintar rumbo de nuevo a la habitación, para dejar el “paquete o chiquillo” que tanto incomoda a nuestra actividad. Dos apretones bien daos y una rápida tirada de cadena evitan el colapso en el interior del lavabo, puesto tu pareja de hecho tiene que entrar a continuación y no es cuestión que además eche el desayuno que acaba de tomar y que ha pagado. Un buen aseo posterior de las partes pudendas, con su jabón, secado y su buena dosis de cremita propia de la zona, que no le va a venir mal para el día que le espera.
07.15 AM.- Nos estamos poniendo nerviosos, ya que hemos recogido el petate de las habitaciones, lo hemos bajado a la entrada del hotel, pagado las habitaciones, empezado a desmontar el perfecto embalaje de las bicicletas que hemos traído desde Murcia, sin que se hubiesen movido ni un centímetros de su sitio asignado. Ñapas (nunca un mote le vino a alguien tan al pelo) ha descargado todas la bicis junto con Pakito, y las han montado. Solo falta cargar el Agua de las vejigas y los bidones, y a tirar millas.
07:45 AM.- Con cierto retraso sobre el horario previsto, y con todos los avíos, y aparejos preparados, damos inicio a nuestra aventura. El sol ya lleva un rato fuera, y apunta a que se va a dejar notar en nuestro recorrido, el cielo está limpio de nubes, así que de refrescar <nasti de plasta>. Todo apertura que se precie, se lleva a cabo o con un corte de cinta, o con un cohete, pero como no teníamos ni un cosa ni la otra, y sí gases nobles propios, con una buena zurrapa o cuesco, del que por pudor omitiré su nombre, esta vez sí que sí, las cabras empiezan a rodar.
De las 07:50 a las 11:45, salimos de la venta del pobre por carretera asfaltada dirección al pueblo de Polopos, hay un tránsito intenso de camiones, puesto que la zona hay distintas empresas sobre todo cementeras y de movimientos de tierras. A los pocos metros de recorrido, los primeros problemas, los GPS de Pakito, Zankas y mío van a su bola y cada uno marca el recorrido que quiere, primer berrinche de Pakito, no sé que problema de compatibilidad hace que cada uno vaya a sus bola, menos mal que el GPS de Ñapas y el rutómetro en papel de Pepegar, sí que funcionan, y gracias a ellos este primer día se podrá superar no sin dificultades. Conforme nos amos adentrando hacia el interior abandonando la costa, el tráfico rodado de camiones, se va dejando notar menos, hasta que por arte de magia, cesa. Ni coches ni “amotos” ni náda, se cruzan con nosotros, solo tres bikers que se cruzan con nosotros en sentido contrario a los que saludamos.
La carretera a Polopos se ha vuelto solitaria, el paisaje es árido, pétreo y exigente, la carretera corta como un tajo alguno de esos remontes. La vegetación está compuesta con suerte por atochas de esparto. Los árboles (arbustos más bien) resaltan aislados quebrando al uniformidad del paisaje.
Estamos empezando a ganar altura y en pocos kilómetros ya se aprecia el paisaje que está quedando atrás bajando hasta ganar la costa.
Hemos llegado a Polopos, que a esas horas parece un pueblo fantasma, sin vida. Por no haber ni hay ni un mísero gato o perro con el que te cruces, ni bar, ni nada, ni nadie. La gente parece estar refugiada en el interior de sus casas. No está ni el Tonto del Pueblo, ni el Sopero, que todo pueblo que se precie y diga llamarse así tiene.
Con el mismo interés que Polopos ha tenido con nosotros, nosotros nos despedimos de él, atravesándolo de Sur a Norte para luego desviarnos hacia el Este en busca de la rambla que nos ha de llevar por la vía verde hasta casi Lucainena.
Una mete-saca de bajada con subida y luego bajada nuevamente, y “zas” nos adentramos en la primera rambla de muchas que atravesaremos en nuestro recorrido.
Una vez dentro, y gracias a las altas paredes de la serranía que nos envuelve, nos detenemos para admirar el paisaje. Los rayos del sol en esos momentos, hacen resaltar los ocres de la tierra caliza que se entremezcla con los grises de la ceniza y pizarra, junto con los reflejos del brillo de las cuarzo-piritas. Las chumberas sin rastro de cochinillas abundan en este paisaje junto con las atochas y otros arbustos. La temperatura en esos momentos es agradable, puesto que el sol apenas se ha metido en el interior de la rambla.
Tras unos pocos metros recorridos de repente nos se planta delante de nosotros el cuestón que nos lleva a la vía verde del antiguo ferrocarril de mineral que unía Lacainena con Aguamarga, que está en magnifico estado. Es una pista asfaltada sin un solo bache, y muy poco transitada.
A lo largo de este recorrido, nos cruzamos con una manada de Ciervos o Cabras montesas (al menos 14 ejemplares iban juntos), que en el monte justo enfrente al nuestro, salvan el desnivel apenas sin esfuerzo.
Hasta el momento llevamos unos 10 kilómetros recorridos, y ha sido un paseico de verano azul, pero la cosa va a empezar a cambiar y de manera radical.
Abandonamos la vía que nos ha acompañado, hacemos un quiebro, nos metemos de lleno en el paisaje inhóspito casi desértico que nos debe llevar a Sorbas. Atravesamos varios conjuntos de casas en la más absoluta ruina, y empezamos a picar hacia arriba, e busca del alto de la Cantona.
Las primeras rampas por asfalto mal conservado, están empezando a hacerse notar, las ruedas con los tacos cuesta trabajo moverlas, lo que unido al desnivel, hacen comerte un poco la moral. De inmediato y por fin, aparece la pista de tierra, se termina el dichos asfalto, aunque no el desnivel. La Cantona tiene casi 800 metros, es decir “UN RELOJERO Y POCO” a partir de ese momento, nuestra unidad de medida para el recorrido, quedó establecida por Pepegar de la siguiente manera:
Un RELOJERO, UNIDAD DE MEDIDA DE DESNIVEL POSITIVO (Vgr. Cuando coronamos el alto de Velefique, 1.820 m. fueron 2 relojeros y medio
UNA VÍA VERDE, UNIDAD DE MEDIDA EN LLANO.
En cada etapa, antes de empezar, mi pregunta a Pepegar era siempre la misma, -¿Cuántos “Relojeros” tenemos hoy?-
Estamos al pie del alto de la Cantona que tenemos delante de nosotros, Pakito, como no ha “descargado” su paquete antes de salir, le está molestando, y allá que ve una pareta de una casa derruida y ¡hala¡ cañonazo de mierda que crió.
Como era un espectáculo poco apetecible de ver, el grupo se adelanta hasta un “chambao” para hidratarse y comer, así como esperar al “descargaor”
La Cantona dice que hay que tirar para arriba, así hierro a todo a lo que da la máquina, el rampón se marca un 22% de media así todo hasta el final durante 800 metros, y encima nos cascan una barrera de hierro que tenemos que saltar con la bici al hombro.
Después de un gran esfuerzo y de bajarme de la cabra 2 ó 3 veces, llegamos al alto del monte, donde hay un cortijo bastante bien apañado. Parada y refresco con agua. A continuación una vez repuestos del esfuerzo, se nos aparee delante otro cuestón del 15, y donde supuestamente al final se verá Sorbas, punto de llegada parcial programado. Se llega al final de la cuesta pero Sorbas no se ve ni por el forro, está escondida detrás de unas montañas que tenemos que bordear pero al menos no las tenemos que subir.
La pista está en estado nefasto, surcos profundos, pedruscos, matas “punchosas”, …, pero ES CUESTA ABAJOOOOOOOOOOO…., así que con mucha maña, y destreza vamos bajando en una larga y calurosa bajada hasta la carretera que nos deja apenas a 500 metros de las “Cuevas de Sorbas” y a 1,5 kilómetros del pueblo de Sorbas, el cual se encuentra enclavado en lo alto de un tajo de tierra que lo bordea y al que se accede después de bordearlo a través de un puente. Hemos llegado a Sorbas a las 12:00 con adelanto sobre el horario previsto, visita al pueblo y Parada y Fonda hasta la tarde.