Estas prácticas son decepcionantes. En el caso de los profesionales siempre queda la duda de que el sistema les empuje, el aparato de los equipos, la presión de las marcas patrocinadoras, que desean resultados que amorticen su apuesta publicitaria, y todo eso.
Pero aqui hay un factor añadido, y es que la posibilidad (aunque remota) de que el deportista desconozca el "dopaje" al que está siendo sometido por médicos y entrenadores de sus equipos, en el caso de este dopaje mecánico de esfuma. No sé si habrá que darle a un botón o se activará po wifi desde el exterior, pero sin duda el corredor conoce estos mecanismos...
Una nueva decepción del ciclismo profesional, que lleva camino de perder sus espectativas entre los aficionados, que por suerte siguen practicandolo al margen de estos malos ejemplos.