Pepegar, anoche no hubo suerte, y no aparecieron ni Sherezade ni los celestes guapetones.
No sé si tuvo que ver con que Quiyo se indispuso y nos dejó huérfanos a Abril57, Dani y Siscar et moi, pero el caso es que tuvimos una noche solitaria.
Toda una sorpresa la aparición de Siscar, que con su uniforme nuevecito de la cabra (de no usarlo) parecía un novato y tuve que aclarárselo a Dani y Abril57, no fueran a correrlo a gorrazos.
Nos aventuramos por el oasis del Ajauque y más allá, en una exploración nocturna de pistas olvidadas y alguna senda traicionera ante las que los asistentes en ningún momento perdieron la fe, confiando ciegamente y sin blasfemar en el guía que les estaba metiendo en la boca del lobo, por ser la primera vez que hollábamos esos territorios.
Así da gusto, con gente que no se queja aunque los pierdas en las entrañas del inframundo y que en ningún momento se plantean llamar al 112 :D (aunque alguno esté pensando en no volver a salir de noche sin llevar una bengala náutica, jajajaja).
Al final, algún arreón de Joaquín (que por una vez no echó la mano al plátano) cuando regresamos a pistas ciclables, para terminar una salidica corta (2 h 10 m) pero rapidita (unos 35 km.)
Algunos sienten la lluvia. Otros simplemente se mojan.