Estoy en ello, anoche junté las letricas y espero poder terminar de subir hoy los vídrios.
El problema es que al ser en alta definición tardan en subir, y el mejor dura 13 minutos, comenzando en el inicio de la cuesta del Cachondeo hasta la entrada en meta.
Había pensado en publicar la mitad del relato y los videos, pero supongo que si lo hago, al comenzar a visionarse se ralentizará aún más la subida de los que están en curso.
Bueno, lo dicho, espero que mañana esté todo visible.
Algunos sienten la lluvia. Otros simplemente se mojan.
He tardado unos días en conseguir subir los videos que fui grabando, pero por fin puedo compartirlos.
El ambiente de la 101 ya lo habéis plasmado estupendamente en vuestros relatos, así que en esta ocasión voy a limitarme a novelar una participación totalmente imaginaria. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
El día comienza con el corneta tocando diana floreada y el salón del hotel Arunda se llena para el desayuno de los impacientes deportistas. La sonrisa de Manolo Arana ilumina la estancia, reflejándose en los ojos del Pela, aún brillantes ante el recuerdo del canal 26, mientras Alberto todavía saborea el helado Chino de “queso” que estuvo a punto de tomar la tarde anterior.
Estampida para el campo de fútbol, donde ya están preparados los cagaprisas, a los que me uno. Hasta hace pocos días pensaba disfrutar tranquilamente la marcha, que ya me apreté el año pasado en la 102, pero al final, las ausencias de Quiyo y Vicenta me han “obligado” a tratar de cambiar el chip e intentar hacer un buen tiempo. A falta de 2 horas para salir, se notan los nervios y emociones a flor de piel. Todos miramos al cielo, como si pudiéramos disolver las nubes disparando con los ojos los rayos láser de Mazinger Z.
En esta espera hay reencuentros con viejos amigos y conocidos, como los Flamencos del Cabezo Gordo, y tiempo para charlas con los anónimos compañeros de espera, llamadas telefónicas y mensajes, etc.
En el estadio hay varias zonas acotadas. La primera es la de los ciclistas que han comprado la equipación oficial de la 101. Disponen de un “cajón de salida” preferente, en las primeras posiciones. Luego están los duatletas, identificables por el color rojo de su dorsal, en lugar del negro de los ciclistas. Ellos se colocan por detrás de los que tienen la ropa conmemorativa. Y luego ya venimos el resto de ciclistas, colocándonos por orden de llegada.
Veo dos cabinas verdes que son váteres portátiles, y en cada uno se agolpa una ordenada multitud que retiene los esfínteres haciendo algo parecido al baile de los pajaritos. Lo llevo claro. Toca pedir que un desconocido me sujete la bici y abrirme paso hasta la valla, para encontrar un hueco por donde miccionar, marcando el territorio como los canes. Tengo otra necesidad, pero de mucho mayor peso, ya veremos si soy capaz de aguantarla hasta el final, que esto va a ser muy largo. En marchas largas ya es un clásico que haga un paréntesis para soltar lastre, qué se le va a hacer, soy un cagón retardado.
Se escucha algo por megafonía, se intuyen vivas a la Legión y a España, y de pronto cunde el nerviosismo: las primeras unidades se ponen en marcha. Aunque falta media hora para la salida oficial, los ciclistas avanzamos hasta las afueras de Ronda, donde somos neutralizados para esperar las 11 de la mañana. Así, a esa hora, saldremos nosotros desde aquí, y los marchadores a pie desde el estadio, sin riesgo a ser atropellados.
Ya en los pocos km. neutralizados desde el estadio hasta la parada de la rotonda, comienzan a brillar los cuchillos.
Todo el mundo trata de ganar posiciones y colocarse lo más adelante posible para cuando se produzca la salida real.
Llegamos al punto de espera, y se produce esa imagen tan característica, de cientos de ciclistas mingitando en las cunetas, mientras otros tantos tratan de avanzar con la bici a cuestas para adelantar por la tierra a todos aquellos que estamos parados en el asfalto.
Y por fin comienza el baile. Primeros kilómetros frenéticos, muchos nervios en los participantes que quieren hacer un buen tiempo, y al poco encontramos los primeros charcos de barro, que vamos sorteando velozmente por las orillas. De pronto, en uno de ellos, quienes me anteceden se paran de repente, no me lo espero y no me da tiempo a frenar. Me choco con el de delante y el que me sigue choca conmigo. Sin llegar a caernos, las bicicletas se han entrelazado, pedal de mi antecesor con mi rueda, y mi rueda trasera con el cierre de la horquilla de quien me sigue. La delantera sale indemne y de la trasera me llevo dos radios rotos. Peor parada ha salido mi bocina trompetera, que queda doblada sobre el manillar. Bueno, al menos no había cocodrilos en el barro.
Me llevo la bronca del tipo con el que he chocado, porque “no sé estar atento y frenar”, a lo que le respondo que tiene razón, pero al menos no me asusta el barro ni mi mujer me echa la bronca por llegar sucio a meta, como parece que le pasa a él. A partir de ahí, al llegar a cada charco, si llevo a alguien delante ni freno ni espero a ver lo que hace, simplemente tiro por en medio, ya que el barro no es denso. Llevo un pequeño bote con aceite que ya me encargaré de poner en la cadena más adelante. Además, rocié el paso de rueda con la silicona que me dejó Arana, por lo que espero no acumular mucho barro.
Al pasar por un pueblo, en una bajada con curva a derechas, la gente se arremolina tras el policía que indica precaución. No me doy cuenta de porqué hasta que la rueda trasera derrapa y me libro por pelos de ir al suelo. El público no solo animaba, estaba expectante ante posibles caídas. Por supuesto, hago como si nada y sigo masticando los higos secos como si esos derrapes los hiciera a puñados en cada salida. Menos mal que evité la caída, porque con tanta gente mirando no hubiera podido ni rascarme. :lol:
De pronto, en el km. 33 me encuentro con los colores del Cabezo Gordo y charlamos un poco. Volvemos a coincidir tras mi primera parada para repostar agua, sobre el km. 50. Comentamos nuestro encuentro en 1/3 y ½ de la prueba. A ver si la próxima es en la meta. Grabo algunas cosas con la cámara que llevo en el casco, que ya va pesando, pero lo peor es saber que no voy a poder aguantar y tendré que parar a vaciar el intestino. Son ya varias horas cerrando el paso a los restos de la cena del Badulaque, sobre todo el sabroso postre del amigo Apú, que pugna por volver a la tierra. La confianza que hemos desarrollado en estas horas ese ser vivo y yo, me hace conocer al dedillo las características organolépticas del bolo que ha macerado y hasta fermentado en mi interior. Trataré de llegar al cuartel, donde ya dejé mi firma hace dos años, pero luego al pasar por allí, me rebelo contra natura y decido continuar.
Mi costumbre es alimentarme con plátanos, que me sientan muy bien, llegando a superar incluso la media docena en algunas marchas largas. Pero hoy no sé si para no empujar el émbolo que llevo retenido en mi interior, o si es por las prisas, pero el caso es que no tomo nada sólido desde dos horas antes de la salida (salvo los higos secos que llevo conmigo) y estamos ya iniciando la subida de la ermita (km.77), donde comienzo a sufrir tirones en ambas piernas. Lo achaco a la falta de sales, sobre todo el potasio de los plátanos, porque en total bebo 6,5 l. de agua en la etapa.
Tengo que desmontar y andar hasta que noto que se me sueltan un poco los músculos y puedo volver a pedalear, y así varias veces. Es una experiencia nueva esto de los tirones, mira por dónde.
Consulto el rutómetro y veo que mis añorados plátanos me esperan en el km. 91. Bueno, pues antes hay que coronar la ermita y soltar el lastre. Al terminar la subida encuentro nuevos Flamencos que están reparando una cadena. Grabo la bajada del zig-zag hacia Montejaque y cuando terminan los km. de asfalto me arrojo literalmente tras un arbusto para entregar mi ADN a la sierra de Ronda.
Joder, qué coñazo, llevo dos maillots cortos bajo la chaqueta, y son de los que se quitan por la cabeza. Así que casco y cámara fuera, chaqueta al suelo, y lucho por sacarme los maillots para poder llegar a los tirantes del culotte… bufff…casi no llego a tiempo. Sí, sí, sonará escabroso y muy guarro, pero para saber lo que es, hay que vivirlo en primera persona. Creo que será mi mayor recuerdo de esta edición. Ahorraré los siguientes detalles, en los que emulé a Bear Grylls para no resbalar sobre el sillín cuando volviera a pedalear.
Ahora todo está chupao (me refiero a la prueba, claro). Paro en los dos siguientes avituallamientos y como medio plátano en cada uno, no vaya a tener problemas con el capitán Bananas. Aprovecho para tratar de llamar por teléfono y avisar de mi llegada, pero no hay cobertura Movistar en la zona.
Un poco más adelante vuelvo a reencontrarme con los Flamencos comenzando la cuesta del Cachondeo y al verme parado de nuevo con el teléfono me preguntan si todo va bien. Continúo y conecto la cámara hasta la entrada en meta. Perrujo da todo un ejemplo esperando a sus compañeros al llegar a las calles de Ronda, mientras yo trato de llamar una vez más por teléfono con mi móvil y finalmente tengo que pedir el favor a un espectador, que me presta el suyo de otra compañía para poder avisar de mi inminente llegada.
Este es el momento más disfrutón, cuando ya estoy en la avenida enfilando la meta y anuncio mi presencia a los cuatro vientos con el grito de Johnny Weissmüller. La marcha ha terminado. Solo queda ver la reacción de los legionarios cuando les pregunto si se puede dar una segunda vuelta. En meta echo de menos a mis amigos Chorques, Vicenta y Quiyo, con quien tantos buenos momentos he compartido y que seguro hoy me hubieran prestado papel higiénico.
Legionario Aluking, no sé como te las arreglas pero últimamente cada vez que me pongo ante el ordenador a leerte, acabo lloriqueando como un "chafa almejas".
Qué grande eres, siempre tienes un momento para todos, siempre estás a los detalles que a los demás hacen felices, siempre te acuerdas de los que faltan, de los que te siguen, de los que te adelantan, de los que te alientan, pero nunca haces mención a ti mismo, eso si que es un gesto, grande como el de Juanjo Perrujo. Si hay algo que no derrochas con exceso es la vanidad, el narcisismo, el egocentrismo, el "yo, yo...", siempre eres el paladín de los amigos.
No puedo evitar gritarte en este foro que como amigo tuyo, te digo ALUKINNNNNNNNGGGG ES UN ORGULLO SER AMIGO TUYOOOOOOOOOOOOOOOOOOO !!!!!!
Después de tanto marikonismo, he de decirte que te ha faltado látigo... jajajajaaaaaaaaaaaaaa :finger:
Es que desde que os depiláis las piernas estáis de un blandurrio... :lol:
Y para los legionarios, deciros que hay un señor que se está molestando en enviar la foto de entrada a cientos de participantes.
Es un particular que estuvo en meta haciendo fotos junto a la pancarta durante horas esperando a su hijo.
Entrar en el siguiente hilo, le indicáis vuestro dorsal, hora aproximada de entrada y dirección de correo electrónico, y os la hace llegar. http://www.lalegion101.com/101KM-24H/in ... &Itemid=93
¿Seguro que os hace ilu, verdad?
Algunos sienten la lluvia. Otros simplemente se mojan.
Aluking escribió:
Y para los legionarios, deciros que hay un señor que se está molestando en enviar la foto de entrada a cientos de participantes.
Es un particular que estuvo en meta haciendo fotos junto a la pancarta durante horas esperando a su hijo.
¿Seguro que os hace ilu, verdad?
Pues si que hace ilu, es cojonudo. Me ha enviado tres fotos de la entrada en meta.
Para anunciar y comentar marchas organizadas y competiciones
/El Guerrero del antifaz(2).gif)
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