Una fantástica jornada de ilusión, esfuerzo, dudas, decaimiento, superación, descubrimiento, compañerismo, reencuentro, extenuación, felicidad, desilusión, satisfacción...
Todo eso y más es la IRONGOAT, un reto personal más allá de lo habitual, que enfrenta a cada cual con sus demonios en algún momento, y pone a prueba no solo las fuerzas sino también el espíritu.
QUIYO fue el perverso que parió a la cosa, allá por 2.011, embarcando a una treintena de locos que no sabían lo que tenían por delante, y a los que la IRONGOAT les ayudó a que les saliera pelo en el pecho, enseñándoles que los límites siempre pueden alejarse más, casi tanto como el insondable pozo del sufrimiento.
Hay compañeros que han afrontado esta edición, igual que ocurrió en otras, en condiciones que normalmente no les permitirían terminar, por falta de preparación (lesiones, falta de entrenamiento...) pero han acabado llegando a Ricote.
Eso parece contraproducente... ¿si la IRONGOAT es tan dura, cómo puede acabarla un tío que no está para hacer 100 km. "normalicos", cuando esta tiene 135 y 4.000 m ? (¡ y qué 4.000 m !)
Llámalo ilusión, cabezonería, superación, rebelarse ante la adversidad, orgullo... no sé muy bien lo que es, me cansaría de buscar palabras para tratar de definirlo, pero de lo que no me canso es de aplaudirles a la llegada al colegio de Ricote, igual que hicieron todos los compañeros que llegaron "temprano" y recibíamos con aplausos a los nuevos IRONGOATEROS.
Y en un día de tantas satisfacciones para todos los valientes que decidieron afrontar la IRONGOAT, queda la espina de los compañeros a los que la mala fortuna no permitió terminar por uno u otro motivo.
Eso hace que la satisfacción personal no sea completa, uno se siente un poco indecente celebrando algo que no puede compartir con todos, aunque no me cabe duda de que de las cenizas de la desilusión rebrotará una llama abrasadora que achicharrará el siguiente reto que se planteen, porque también de los malos momentos se aprende y saca conclusiones, lo importante es no dejarse aplastar por la fatalidad y encontrar siempre algo positivo, ya sea en forma de enseñanza o de pensar todo el cartílago que han ahorrado y tienen disponible para la próxima
También me queda la duda de si los avitualladores, sin los que este reto no sería posible, llegan a sentir de verdad nuestro agradecimiento más allá de las buenas palabras, porque el reconocimiento que les damos cuando vamos acelerados, con prisas y sin quererer parar más de lo necesario, a lo mejor no refleja realmente lo que sentimos.
Echan un día completo en el monte, pasando frío, calor, aburrimiento, cargando trastos de un lado a otro, montando carpas, desmontando, entregando luego el material en no sé qué sitio con el coche cargado de cacharros todo el fin de semana, van más allá de lo previsto, añadiendo por su cuenta toda clase de comida y bebida para los ciclistas, haciendo trabajar a sus mujeres en cada preparando bizcocho, chocolate...
Acercarse al Molino de Benito y ver a lo lejos la banderola de la Cabra indicando que no estamos sólos, que a la vuelta de la esquina está Pepegar con la carpa y el avituallamiento, es una sensación euforizante.
Muchas gracias no ya por vuestra asistencia, Shylock (Antonio), Jesús, Pepegar (Pepe), Zankas (Julio) y Lola, sino por ser como sóis.
Personalmente, el momento del día con el que me quedo, son los 35 minutos que hemos estado sentados o tumbados en el suelo en Almeces, sin prisa, con risas y recibiendo a los demás y felicitándonos por estar ya allí.
Casi parecía que había acabado todo y de ahí para casa, sin necesidad de ir a Ricote a por los trastos.
Aquí os dejo unas cuantas fotos, y esta noche, tal y como anunciamos en su momento, cerraré el grupo de Whatsapp para liberaros de él.
Finalmente, quiero destacar también la colaboración de dos personas de Ricote, el alcalde, Celedonio, que nos permitió una vez más que un grupo de forasteros amantes del entorno de su pueblo pudiéramos disponer de las instalaciones del colegio para ducharnos y guardar las bicis.
Y como no, a Javier, el organizador de la Ricote Trail que se encargó de que pudiéramos abrir y cerrar las veces que hiciera falta, estando a nuestra disposición toda la tarde-noche de un día festivo como era el sábado.
Se nota cuando tratas con alguien amante del deporte y organizador de eventos, que sabe de la importancia de los detalles y de las necesidades de los deportistas. Gracias de nuevo.