CABEZON DE LA SAL – RUENTE (Del 0 al km 60)
Empezamos a rodar por las calles de Cabezón de la Sal. Desde la salida hay mucha gente a ambos lados de las aceras, dando ánimos a los participantes, el día está bastante nublado, no hace sol pero la temperatura es ideal para dar pedales, ni frío ni calor.
El pedalear es alegre, y motivado por el subidón de adrenalina de la salida, marchamos en un grupo más o menos compacto, donde están los típicos que adelantan como pueden y por donde pueden, intentando recuperar posiciones. Es probable que del puesto 4.000 avancen 300 ó 400 posiciones en los 2,5 kilómetros iniciales, pero cuando lleguen a Santibañez en el Kilómetro 3, se va a encontrar un tapón del 15,
Hemos atravesado y salido de Cabezón, y lo que antes eran aceras pobladas de gente aplaudiendo, ahora es solo el ruido del rodar de miles de neumáticos de bicicleta por el asfalto, cambios de desarrollo, algún comentario suelto de los ciclistas y poco más.
Pakito va cámara de fotos en mano, disparando fotos al azar. La enorme recta de la carretera nos acerca al desvío del poblado de Santibáñez, donde nos espera la primera subida del día
Puerto de SAN CIFRIAN, tiene unos 3 kilómetros de subida a una media del 8%, y unos 250 y tanto metros de altura. Todo mentira. Llegamos y nos encontramos el tapón de gente del que ya estábamos advertidos. Otra vez pie a tierra, a esperar tu turno y empujar la bicicleta puesto que es imposible subirse en ella debido al numero de bikers que hay y la poca anchura de la pista, encima está empinada de cojones.
El 8% es una cochina mentira, del 12-15% y en algún sitio concreto el 20%. El primer medio kilómetro de subida se hace desesperante, pero no hay que perder la calma. Pakito tira dos parrafadas de las suyas, pidiendo que “le devuelvan perras, que ha venido a montar en bici y a empujar de ella”, parece que el malestar inicial se le ha pasado, y aunque no ha podido evacuar “su malestar”, la cara le ha cambiado y tiene mejor color.
Despues de unos minutos que se me han hecho bastante largos, por fin avistamos a gente que se empieza a subir en la bici y a dar pedales. Tenemos la mala suerte, que estamos en el tramo más empinado de la cuesta, pero por lo menos es asfaltado y nos permite dar pedales con comodidad. Plato chico y paellera de 42 dientes, para no fallar.
Vamos subiendo a buen ritmo, cosa que me preocupa, puesto que la subida me ha disparado las pulsaciones a 161 bpm, bastante subidas para lo que venía haciendo en las últimas salidas, pero es que el desnivel es la hostia, y eso que solo es el primer alto de los 11 que tendremos a lo largo del día.
Pedalada a pedalada hemos llegado al alto, y sin apenas relajo, cuestarrón en picado algo estrecho, con alguna curva cerrada. Tiro hacia abajo mi tija telescópica y con mi Trek, me lanzo sin yo quererlo algo encabritado.
Entre 5.000 bikers hay de todo, desde el que se compró la bici antes de ayer en el “decartón”, al que lleva la última novedad en 29” de spezialized con amortiguación invertida en carbono, no sé cuantas hostias más.
Pakito y yo vamos juntos, siempre uno abriendo y el otro detrás, el tintineo de los cencerros que llevamos en nuestras cabricas, nos sirven para orientarnos entre toda la masa de gente.
En un abrir y cerrar de ojos hemos bajado el primer alto, y en cuanto mismo se acaba la cuesta abajo, sin solución de continuidad, ¡zasca¡ otra vez se empina la cosa.
Sabemos que los primeros 60 kilómetros, y especialmente los cuatro primeros puertos, son dientes de sierra, no tienen mucha altura, pero el desnivel se pega y bien en las paticas.
Como digo hemos terminado bajar y sin solución de continuidad, y a palo seco, empezamos a subir, el Alto de Vicente del Monte, seguimos por asfalto, este un poco más llevadero, el grupo en la subida y en la bajada del alto anterior ya está estirado del todo, y no tendremos ningún tapón más en el recorrido. Se sube en torno a 2 kilómetros por asfalto con prados a derecha e izquierda, caseríos con vacas y la subida parecida, a la del relojero por pista desde el sequén, pero asfaltado.
Esta vez hemos subido algo más cómodos, pero sigo preocupado por el nivel de mis pulsaciones, anormalmente altas para cómo venía desde Murcia, espero que se vayan relajando.
Pakito, en las subidas sigue cámara en mano, y disparando fotos, yo solo puedo estar concentrado en dar pedales, mirar pulsaciones, y no chocarme con el de delante. De estar subiendo una rampa algo dura, se suaviza un poco la pendiente de subida, y sin apenas un metro de llano, ya estamos cuesta abajo otra vez. Entre pitos y flautas llevamos 15 kilómetros, ¡pero qué 15 kilómetros¡
El siguiente alto es la SIERRA DE CARRANCIAS, de unos 5 kilómetros de largo, con una pendiente media de un 2%, y que cuando doblas una curva, te llevas el susto del 2x10, ya que aparece en medio de la nada un rampón del 20%, a partir de aquí, es la primera vez que dejamos el asfalto o el cemento, y cogemos tierra. Como diría el del chiste: -Capitán; ¿vd. cree que sin trenes de aterrizaje en el avión vamos a poder tomar tierra?, a lo que le responde el capitan: Vamos a tomar tierra hasta hartarnos-
La pista está seca no, sequísima, casi polvorienta, el rodar de las bicis levanta un capa de niebla artificial de polvo, que me veo obligado a subirme la braga para no toser al respirar. La equipación de la cabra, pasa de estar impoluta a ser de color naranja marronáceo. La bajada por pista, la hacemos siempre de la misma forma, Pakito abriendo y yo cerrando, hemos venido haciendo todos los entrenos de la misma manera, él sabe que voy siempre detrás de él, atento a sus maniobras y que jamás le echo delante o caso de hacerlo se lo aviso antes.
Por fin, hemos bajado de una bajada larga y cómoda, pero el excesivo número de bikers te obliga a ir con 100 ojos, un despiste o una parada inesperada, o te comes a uno o te comen a ti, pero la bajada la hemos disfrutado. Tomamos asfalto nuevamente, cruzamos un puente, y torcemos a la izquierda, se nos aparece un pueblo, que no he podido ver el cartel, pero sí un restaurante que se llama la Cocina, lo que me hace temer que estamos cerca de la temida COCINA.
El alto de la COCINA comienza, con un giro a la derecha y de repente te das de morros con una pared vertical encementada con mucha gente a cada lado del camino con cencerros de vaca, animando al personal, y mintiendo como bellacos, ¡vamos, que esto no es nada¡ ¡vamos, que tú puedes¡ ¡venga que son 20 metros de nada y ya luego es llano¡. TODO UNA PUTA MENTIRA. La COCINA, es la olla donde se nos va a freir el culo y las piernas, es la cuesta de las “Hijaputas” x3, x4, x5 o yo que sé. Solo recuerdo que metí el 42 en el metro 1 de subida y no lo quité hasta que empezó la bajada. Es una cuesta criminal, ahora ciclable porque está encementada. Solo recuerdo estar echado encima del manillar, clavándome en el ojete del culo la punta del sillín, con la boca mordiendo el GPS, y mirando al de delante para que no dejara de dar de pedales. Esta puta cuesta se subía en dos filas una derecha del camino y otra a la izquierda, y en medio el que más huevos tuviera adelantaba a la peña de 2 en 2. Para añadirle todavía más dificultad, nos tocó delante de nosotros un todo terreno de la organización que nos ahumó bien a todos. “Yo le eché 500 pulmonías, 300 carboncos”, todos los que estábamos cerca protestamos porque nos estaba ahogando literalemente.
Debió de pitarle los oídos de tanta maldición que paró el coche, y fue la única vez que he visto en mi puñetera vida de biker, que 40 tíos más o menos, nos pusiéramos a sprintar en una subida de un 20%. La alarma del pulsómetro, se me disparó a los 179 bpm, y no paraba de sonar, si seguía mucho tiempo así entraría en “modo infarto” en poco tiempo.
El desnivel se suaviza bastante, un paisano agarrao a un árbol, nos anuncia que 400 metros más y es nuestro, el alto, pero lo que no nos dice es que dejamos el cemento y entramos en una especie de “pista forestal afgana” con más baches, cráteres, hoyos que agujeros tiene “la persiana de un bosnio”.
Lo único positivo es que al menos, transitamos por el medio de un bosque mitad hayas, mitad eucaliptos.
Con tanto esfuerzo noto algo raro en el sillín. La argolla que sujeta la tija, no está bien apretada y el sillín se me ha torcido un poco. Cuando llego al alto, le digo a Pakito que tengo que parar para ajustar el sillín y la tija.
Con las prisas, he dejado la tija a la altura, pero el sillín sigue torcido, hago el descenso con el sillín torcido y cuando llego abajo para empezar el ascenso de las Cuevas del Soplao, me detengo otra vez.
En estas dos paradas, de apenas 3 minutos, nos adelantaron por lo menos 1.000 corredores, o por lo menos esa era la sensación que tuve yo. Era un río continuo de gente sin hueco por el medio, hasta el punto que para poder incorporarte de nuevo, costaba trabajo encontrar un hueco para hacerlo.
Estamos en la carretera que nos conduce a las CUEVAS DEL SOPLAO, son 7 kilómetros de subida cómoda por asfalto todo el tiempo, a poco más del 6%, Pakito se adelanta como siempre subiendo, el lleva su propio ritmo, y yo el mío, el seguir el uno al otro, solo puede llevar a que alguno de los 2 se funda, uno por subir más rápido o el otro por subir más lento.
Solo con mirarnos a la cara, sabemos cómo vamos. La carretera ancha, hace que se circule más cómodamente, y el que ha perdido 1853 puestos por alguna parada para mear, quiere recuperar 50 o 60 puestos, y entonces mete desarrollo corto se pone de pie y empieza a pistonear para arriba.
La neblina y nubes grises iniciales de la mañana se están empezando a disipar, el sol está sacando sus primeros rayos, pero no será hasta llegar a la cumbre, cuando se haya impuesto a ellas.
A mi lado, pasa una chica joven, bastante guapina, es asturiana, y está levantada dando pedales, tiene una bonita figura, y “UN CULO ESPECTACULAR DE BONITO”, los que llevamos la pedalada cansina, nos venimos arriba, nos miramos los unos a los otros con sonrisas cómplices y por qué no decirlo tambien “libidinosas”. ¡Joder, que culo tienes chavala¡ le suelta uno de Bilbao que no puede negar la procedencia, y la chica a lo suyo, pedaleando de pie. Ahí nos ves a todos recreándonos con el espectáculo, y dando pedales al mismo ritmo que ella. He subido casi la mitad del puerto, al ritmo de la chica ésta, y sin darme cuenta he pillado a Pakito que iba por delante como a unos 300 metros.
Pakito, con buen criterio me dice que baje el pistón y que guarde, que apenas llevamos 30 kilómetros y falta todo un mundo.
Conforme se va ganando altura y la carretera sesea se va viendo el río de bikers que fluye corriente arriba. Después de 30 y pico kilómetros, se va pudiendo apreciar el paisaje en toda su inmensidad, y el valle en su profundidad. Las cumbres nevadas de los Picos de Europa están a nuestra vista, aquí puede ir uno recreándose con el paisaje.
Pedalada a pedalada hemos llegado a la cuevas del Soplao, es el Kilometro 35, y el primer puesto de avituallamiento.
Según el programa de avituallamiento, que nos confeccionó nuestro amigo Fran Perez, los primeros 50 kilometros, solo son a base de agua de la mochila, y un bidón de sales, no hay que comer nada hasta Monte Aa. En el alto, el sol pega duro, Pakito aprovecha para quitarse el windstopper porque está cocido, y yo mientras tanto pillo 2 botellas de agua de litro y medio y relleno los camelback y los bidones.
La bajada del Soplao es por una pista forestal con una sola trazada buena, el resto son piedras sueltas de diferentes tamaños, roderas laterales, tierra. Como llevamos buenas bicis y son ideales para ese terreno, bajamos la tija, ponemos la doble suspensión abierta total, y hacemos un descenso que ni Sergio Mantecón nos saca 10 metros de distancia. Que pedazo de descenso, mientras que la peña iba por la trazada limpia, nosotros íbamos folladísimos por la trazada mala y sucia, y adelantamos a gente por un tubo. Todo el mundo iba frenando por la trazada limpia, nosotros casi frenar por la sucia. Aquí salió a relucir las horas de rambleo y trialeras que con Pablopez hemos hecho este año, y que nos ha dado una seguridad en la conducción de este tipo de terrenos pedregosos.
Yo solo oía ¡Estais locos, os vais a matar por ahí¡ pero íbamos lijando a base de bien, bajamos como “balas naranjas cubiertas de polvo”.
Despues de una larga bajada, llegamos al pueblo de Celis, una familia nos recibe en la puerta de su casa con aplausos y dando cacerolazos. Como siempre Pakito, muy educado devuelvo los saludos ¡Adiós guapa¡
Atravesamos Celis, y tomamos un tramo de carretera, son muchos los coches que se agolpan a ambos lados de la carretera, aunque la carretera es ancha, lo que también notamos es que la misma va picando hacia arriba. Son 5 kilometros de asfalto que nos conducirán a la entrada de Monte Aa.
Con la bajada suicida que hemos hecho y el poco tiempo perdido en el avituallamiento, según el GPS de Pakito hemos recuperado 15 minutos sobre el horario de corte.
Al igual que con la subida a la COCINA, la entrada a Monte Aa, es del mismo estilo, pared vertical de entrada encementada, o sea, rampón estilo “hijaputas” inicial de unos 400 metros, rebaja un poco y a continuación otros 600 metros peores que los anteriores.
Aunque la primera rampa la he subido sin bajarme, y las pulsaciones se han ido al punto del preinfarto, en la segunda a mitad de subida, echo pie a tierra porque no quiero explotar ahí el pulsometro me marca un peligroso 185bpm, y la cosa no es para broma. Paro, recupero pulsaciones, empujo un poco la bici, y cuando he bajado al nivel de 135 bpm, empiezo de nuevo a dar pedales.
Parece que viendo que se suaviza el desnivel me animo, doy pedales pero la pulsaciones se mantienen en 155bpm.
Por fin se termina el cemento, y empieza la pista, esta sí en buen estado. Pakito va por delante, me ha sacado mas de medio kilometro, pero yo voy a lo mío.
Conforme se va ascendiendo Monte Aa, la vegetación se va perdiendo, y entonces se va uno dando cuenta, de la hostia de alto que ha estado subiendo, y de la fila india de bicicletas que llenan el recorrido como hormigas.
Llego a la famosa curva de la mujer de las Gominolas, este año, LA ÚLTIMA GOMINOLA HA SIDO PARA EL VIEJO JUDÍO, después de mi se acabaron, y los que venían detrás de mi, protestan airadamente por haberse quedado sin el premio. Por mi parte mejor no haberla cogido, me puse a comerla y con la respiración de la subida un trozo se me fue por donde no debía y casi me ahogo a 200 metros de hacer la cumbre de Monte AA.
Pakito me espera en la cumbre, con una barrita especial que tenemos señalada en nuestro particular menú y zona de avituallamiento. Comemos meamos bebemos y cuesta abajo dirección Ruente, 8 kilómetro de bajada pistera en buen estado.
Otra vez soltamos suspensiones, bajamos tijas, y lijando para abajo que es gerundio. Nuevamente hacemos un descenso espectacular, nos juntamos con la Peña Por Mis Cojones, que eran 2, y vamos echándonos carreras 2 contra dos. Estos zagales también bajan rápidos, pero las tijas altas en las curvas no les vienen bien, y aseguran con frenada, Pakito y yo, aceleramos en la bajadas rectas, y aceleramos más en las curvas.
El buen estado de pista, la anchura y que estuviera seca contribuye al alcanzar altas velocidades, lo que hace que los hostiones y las parcelas sean frecuentes, en ese tramo los protección civil no dan abasto. Hay un tío en la cuneta tapado con una manta térmica esperando que lo evacuen con dos sanitarios y un compañero, la parcela es de las jodidas, en ese momento y de manera instintiva echamos manos al freno, pues no es cuestión de arriesgar. Nos ha entrado el canguelo, más bien el sentido de la prudencia, hacemos el resto de la bajada controlando mucho más, y así hemos llegado a Ruente, donde tenemos nuestro alojamiento, le digo que si quiere que paremos en el hotel para “amojonar” me dice que no que sigamos y eso hacemos. Llevamos en esos momentos 60 kilómetros de recorrido y un puñado metros de desnivel positivo. Son las 12:30 horas y llevamos 4 horas y media desde que se dio la salida sin haber parado prácticamente nada.
Continuará………. CAMPA DE UCIEDA-OZCAVA (KM 65 AL KM 114)