Todo comenzó en Pliego un día de primavera.
Llevaba un par de meses saliendo en bici y me puse a curiosear por internet, encontrando el foro de Rutas MTB Murcia. Pregunté si podía acompañaros en la salida bautizo y allí me presenté, vestido de cualquier cosa menos de ciclista.
Y ahí fui inoculado con la ponzoña del MTB. Sin intención de hacer amigos, sino solo de aprender y conocer más de este mundillo, pronto tuve algunos desencuentros pero también fueron surgiendo afinidades.
Desde entonces, salida a salida, a base de madrugones, risas, amistad y nuevas experiencias, se han ido construyendo poco a poco los cimientos de este gran reto que acabamos de superar.
No había oído hablar de Transpyr hasta que Nako puso un mensaje que decía “busco compañero para Transpyr”.
Me asomé, curioseé un poco y me pareció un bocado demasiado grande para poder digerir, pero por si acaso, reservé las fechas en el calendario.
Pronto surgieron voces de ánimo y un grupo de aspirantes ilusionados que comenzaron a hablar de la posibilidad de atreverse con el reto.
Pero tú lo que quieres saber es detalles sobre la prueba, así que aquí van algunos.
Ante todo es un castigo para el cuerpo, para qué voy a deciros otra cosa.
Pero también una escuela deportiva y de descubrimiento sobre el propio cuerpo, una academia sobre el funcionamiento de los sistemas de energía, sobre cómo el cuerpo se adapta a los esfuerzos, donde aprendes a leer las señales de tu organismo sobre cuándo y cuánto necesitas comer y beber.
Cualquiera de las etapas, por sí sola, va más allá de cualquier salida que hayamos realizado hasta ahora (Ronda, Irongoat, Soplao…), de manera que si las sumas todas, puede parecer una completa aberración.
Por ello, la preparación física es primordial, pero también la capacidad de abstraerse del sufrimiento, de no pensar en lo que queda, evitando agrandar mentalmente los obstáculos.
Sería muy fácil decir que es algo al alcance de unos pocos elegidos y que ni se os ocurra plantearos algo así, pero nosotros somos la mejor prueba de que sí es posible conseguirlo con constancia, compromiso y por supuesto, con algo de suerte, o mejor dicho, si no llama a tu puerta la mala suerte.
Equipo CARAMBA TRANSPYR 2011:
Solo que plasmar en argumentos comprensibles tantas sensaciones acumuladas para que comprendáis lo que hemos vivido, es sumamente difícil.
Pero no quiero conformarme con lo de “quien quiera saber lo que es esto, que venga a intentarlo”.
Se me ocurre un símil que posiblemente ilustre lo que quiero deciros.
Todos habíamos oído hablar del desembarco de Normandía y de la dura batalla en sus playas, con los Alemanes tratando de rechazar la invasión.
Pues bien, una cosa es la idea que podíamos tener sobre ese acontecimiento histórico tras tantos libros, reportajes y películas clásicas, y otra muy distinta la comprensión de lo ocurrido una vez que vimos “Salvar al soldado Ryan”.
¿Sabes lo que quiero decir, verdad? La crudeza de esos primeros 15 minutos de la película lo dicen todo.
Pues aquí igual. Por muchas letras que juntara, me sentiría impotente para transmitiros todo lo vivido.
Comenzando por la satisfacción de recibir el apoyo de la organización Transpyr para nuestra iniciativa con Lorca, a cuyos amigos esperamos haber aportado un poco de aliento y mantener vivo el recuerdo de que aún sigue siendo necesaria toda clase de ayudas para que puedan volver cuando antes a la normalidad.
Muchos tenéis edad de haber conocido el servicio militar, y sabéis los vínculos que se crean con esa convivencia.
Pues aquí, siendo solo 8 días, tantas ilusiones, sufrimientos, sudores, frustraciones y satisfacciones compartidas también se establece ese tipo de amistad, que hace dura la despedida. A lo mejor luego cada cual en su casa es un cabrón con todas las letras, pero aquí esa faceta queda anulada por el compañerismo y el cachondeo. No hay Pros ni globeros, todos somos aspirantes a finisher, independientemente de lo que tardemos en llegar a meta.
Casa vez que ves llegar a alguien te alegras y le aplaudes como si fuera de tu familia, y por cada lesionado o averiado que se ve obligado a bajar de la bici, te apenas mucho.
Dormir en el suelo de polideportivos, aguantar ronquidos, ducharte con agua fría después de una paliza de 11 horas, ignorar la suciedad de los váteres, conseguir el premio gordo de un rollo de papel, levantarte a 6 de la mañana, toque de retreta a las 23:00 h. apagando las luces sin previo aviso y obligándote a buscar a tientas la linterna para seguir con las tareas pendiente.
Avituallamientos sorprendentemente escasos. El primer día al llegar al primero, pensábamos que quienes nos antecedían se lo habían comido todo, pero pronto descubrimos que no era así y nos surgieron las dudas de cómo afrontar 8 días con escaso alimento en los avituallamientos, cuando esperábamos todo lo contrario. Cualquier marcha de pueblo tiene unos puestos que parecen comuniones, tanto en abundancia como en variedad, pero aquí no era así.
Muchísima gente se lo hicimos saber a los colaboradores de la organización, y los participantes al final nos lo tomábamos a cachondeo.
Aprendimos a mirar bajo las mesas para ver qué cosas tenían guardadas y reclamarlas.
El primer día vimos las barritas, que eran partidas en varios trozos para que tomaras uno, al igual que los plátanos, partidos en CUATRO trozos.
De los geles oímos hablar, parecía una leyenda urbana equiparable a que Elvis sigue vivo, pero más adelante comprobamos que existían e incluso pudimos “disfrutar” de ellos. Lo de las comillas es porque los de Mule Bar son auténticos abortivos, al menos los sabores disponibles allí.
Las cenas y los desayunos de rancho militar, siempre monótonas (lógico por otra parte), las primeras a base de pasta o arroz, y los segundos a base de pan, fruta y cereales.
La rutina de dormir poco y mal, levantarte a las 6 de la mañana, hacer cola para mear, comenzar a recoger la colchoneta, saco y demás pertenencia, ir a desayunar, terminar de recoger, preparar la mochila de hidratación, vestirte, entregar la bolsa a la organización (que la traslada al siguiente fin de etapa), recoger la bicicleta, encender el GPS, acudir a la salida, esperar el chupinazo, desear buena suerte a los compañeros y ciclar una media de 10 horas, pasar la meta, lavar la bicicleta, ir al campamento, buscar tu bolsa numerada, extender colchoneta y saco, ducharte, lavar la equipación, buscar un sitio donde ponerla a secar, descansar un rato, vestirte y cenar, compartir impresiones de la etapa con los compañeros, escuchar el briefing de la etapa del día siguiente, llamar a casa, informar en el foro, cargar GPS, teléfono, baterías de la cámara de video, descargar los videos al ordenador, visionarlos, hacer una primera selección, escribir un breve texto para la tele… y para entonces ya pasaba de la media noche (se me olvidaba escribir que también había que evacuar lastre, pero es que también se olvidaba hacerlo algunos días con tanto trajín).
A la mañana siguiente vuelta a empezar, mientras Diego, nuestro asistente-mecánico y también Quiyo a partir de adaptar su papel en este EQUIPO, hacían fotos de la salida y luego editaban las imágenes más significativas y las enviaban a la FTP de RM, para después tratar de llegar a tiempo a los tres avituallamientos de la etapa y asistirnos mecánicamente si era necesario y de nuevo correr a la llegada para fotografiarnos, descargar del coche el resto de nuestras pertenencias, llevarlas al pabellón y ponerse a ajustar y reparar las bicicletas.
(Estamos regresando en coche, seguiremos informando)…